La Paz de Dios Revelada en Mateo 6:25-34
En Mateo 6:25-34, descubrimos una de las doctrinas más profundas y liberadoras de Jesús, donde invita a sus creyentes a abandonar la preocupación por las requerimientos materiales de la vida, como la comida, la bebida y la ropa. Esta directriz, que resulta tan elemental, esconde una complejidad espiritual que impone a nuestras temores diariamente y nuestra tendencia humana a obsesionarnos por lo que no tenemos. Jesús nos aconseja que nuestra vida y nuestro cuerpo son donaciones de Dios, y que si Él ha vigila de cada pormenor de nuestra existencia hasta ahora, también se encargará de proveer lo que necesitamos en el futuro. Este mensaje pretende ampliar nuestra visión a una fe total en Dios, venciendo las inseguridades y miedos que muchas veces nos agotan.
Jesús utiliza parábolas de la naturaleza para ejemplificar su enseñanza. se refiere de las aves del cielo, que no siembran ni recolectan, y sin embargo, nuestro Padre celestial las provee. Nos cuestiona retóricamente si no somos mucho más preciados que ellas, rememorando que Dios cuida de cada una de sus animales, y que nosotros, como sus hijos, no somos la exceptuación. Esta similitud nos invita a confiar plenamente en Dios, olvidando nuestras angustias por el día de mañana y concentrándonos en habitar el presente con gratificación y paz. Este perspectiva no es una llamado a la descuidado, sino un llamado a poner nuestra confianza en el soberanía y la providencia de Dios.
En un entorno donde todo se percibe girar en torno a la competencia y la productividad, estas palabras son un alivio para el alma. Jesús nos declara que afligirse no puede sumar ni un solo día a nuestra vida; al contrario, las preocupaciones y estrés solo agotán nuestras fuerzas y nos separan de gozar los momentos que sinceramente tienen valor. Esta enseñanza retadora los normas modernos de acumulación y posesión, acordándonos que la vida es mucho más que los posesiones materiales. Nos encamina a alterar nuestra perspectiva y apreciar las cosas básicas y habituales como bendiciones divinas, en lugar de angustiarse con aquello que aún no tenemos.
Cuando Jesús cita las flores del campo, que no cultivan ni crean, pero que son adornadas con una esplendor única, nos da una moral sobre la belleza y el propósito de la creación. Si Dios adora a la naturaleza con tal resplandor, cuánto más sostendrá de nosotros, que somos creaciones a su imagen y semejanza. Nos inspira que las preocupaciones por el mañana muchas veces nos obstaculizan ver la belleza del presente y nos alejan de la paz que Él nos ofrece en cada momento. Nos retan a ver el mundo con ojos de seguridad y esperanza, entendiendo que cada día trae Jesus te libera del miedo su propio razón y que Dios está en control.
Otra clave en este pasaje es la convocatoria a buscar el reino de Dios y su justicia por sobre todo. Jesús nos muestra que cuando ubicamos a Dios en el corazón de nuestras vidas, las otras cosas se incorporan de manera natural. Esto implica que nuestras valores prioritarios y deseos transforman al sintonizarse con la voluntad divina, y en lugar de vivir para acumular, vivimos para atender, apreciar y operar con justicia. La promesa de que "todas estas cosas les serán añadidas" es una promesa de que Dios abastecerá lo necesario cuando vivimos en su propósito, olvidando el miedo y abrazando la paz y la fe en su plan.
La preocupación y el estrés son opositores comunes de la paz espiritual, y Jesús lo sabía. Su enseñanza en este pasaje es radical porque invita a sus discípulos a soltar las preocupaciones en manos de Dios y habitar sin las preocupaciones que a menudo nos agobian. Nos convoca a una fe viva, que va más allá de las palabras y se traduce en una vida libre de estrés. Esta fe no se sostiene en una fe total, sino en la convicción de que Dios está al tanto de nuestras exigencias y que, si ha atendido de nosotros hasta ahora, seguirá proporcionando en el futuro. Esta es una fe viva que se consolida al aplicar la confianza diaria de nuestras angustias a Él.
Al cierre del pasaje, Jesús dice: “No se angustien por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio preocupación. Suficiente a cada día su propio problema”. Esta frase es un exhortación a habitar en el presente, a reconocer el momento actual sin estresarnos por las dudas del futuro. Jesús no niega que cada día tiene sus pruebas, pero nos motiva a superarlos con la fe de que no estamos solos y que Dios satisfará las energías necesarias. Vivir en el presente, asumiendo las ensayos de cada día y teniendo fe en la proveimiento de Dios, nos liberará del miedo al futuro y nos da experimentar una paz que excede todo entendimiento.
Mateo 6:25-34 no solo es una lección sobre la confianza en Dios, sino también una exhortación a redescubrir nuevamente el genuino propósito de la vida. Nos inspira que nuestra vida no se define por las cosas que contamos, sino por la vinculación que tenemos con Dios y con los demás. Esta realidad nos invita a vivir con humildad, magnanimidad y agradecimiento, sabiendo que todo lo que tenemos es un don de Dios. Nos impulsa a habitar de acuerdo con los criterios del reino, donde la paz, la justicia y el amor dominán sobre las angustias mundanas. Al implementar esta enseñanza en nuestra vida, encontramos una independencia que va más allá de las circunstancias externas y nos lleva a una interacción más profunda con Dios.
En síntesis, Mateo 6:25-34 nos ofrece un trayectoria de vida diferente, en el que la seguridad en Dios sustituye la preocupación constante. Es un invocación a existir una vida plena, dirigida en el amor, la fe y la justicia, en lugar de la inquietud y el miedo. Es una enseñanza que nos desafía a reajustar nuestras preferencias y a recordar que Dios, que atenúa de la creación entera, también protegerá de nosotros en cada pormenor. La verdadera paz, según este pasaje, se descubre al descargar nuestras ansiedades y permitir Dios sea el núcleo de nuestra vida.